FRAUDES EN LOS MEDIDORES DE ENERGÍA ELÉCTRICA: SU EVOLUCIÓN, DETECCIÓN Y ELIMINACIÓN

Las maniobras para tratar de reducir el registro en los Medidores de Energía Eléctrica (efectivizadas en particular en los monofásicos, por ser los de uso masivo) han evolucionado con el tiempo, adaptándose las empresas y la tecnología, como veremos, para tratar de detectarlas, evitarlas o eliminarlas.

(*) Por Ricardo O. Difrieri

En los medidores de inducción, las principales acciones al respecto fueron, hasta fines del siglo XX, el “volcado” o retiro del medidor de la posición vertical y el corrimiento del “puente de excitación” externo, ambas maniobras favorecidas por la falta (o inadecuado seguimiento) del precintado de las contratapas de las cajas que los alojaban en la vía pública (recordar que entonces todas las cajas tenían tapa y contratapa).

El corrimiento del medidor de la posición vertical, produce un mayor efecto de registro negativo en los medidores con cojinete simple piedra (de los cuales aún hay varias decenas o centenas de miles instalados), pero también afecta a los con cojinete de doble piedra y bolilla o con cojinete magnético de suspensión o repulsión (de los que hay cientos de miles o millones aún instalados).

El corrimiento del “puente de excitación externo”, por lo sencillo de ejecutar, fue un fraude muy difundido entre los clientes, pero era a su vez “incómodo”, pues tenían que actuar sobre el puente de excitación luego que pasara el lector y antes de que lo volviera a hacer.

Una forma de evitar o eliminar la posibilidad de ejecutar ese tipo de maniobra dolosa, fue la fabricación de medidores con “puente de excitación interno”, pero su difusión fue la que, casualmente, dio lugar a la aparición de un fraude mucho más elaborado y “favorable” para el accionar de lo asesores y los clientes: el del cortocircuitado de la bobina de corriente, observado primero en su versión interna y luego, cuando se avanzara con el control y seguimiento del precintado, en su versión la externa, ejecutable aún en instalaciones con medidores electrónicos.

Los cortocircuitados internos más “sofisticados” fueron los realizados en los primeros medidores con puente interno instalados por Segba a fines de la década del 70. Fueron verdaderas “obras de arte”, tal es así que recién fueron observados luego de una minuciosa inspección al no poder ser los medidores ajustados en la Sala de Contraste, luego de su mantenimiento.

Claro que, para llevar a cabo esa acción dolosa, había que retirar el precinto de la tapa de bornes (que en aquella época muchas veces no existía) y los de la tapa principal del medidor, precintos cuyo control no era entonces totalmente adecuado.

Para ejecutar ese fraude en su versión externa (la más difundida), se debe actuar sobre el medidor (por ejemplo cortocircuitando sus bornes, como el caso detectado en 2017 al ser retirados medidores para llevar a cabo los controles periódicos por muestro del ENRE según la Resolución 110/97) o sobre el cableado, cortocircuitándolo externamente (por ejemplo con una barra de cobre especialmente adaptada), teniendo esta acción la ventaja de que, si no es observada, hasta puede quedar precintada al colocar la tapa de la caja que aloja al medidor, como ha pasado.

Los modernos sistemas de lectura y facturación incluyen análisis de los registros respecto a los históricos, que permiten detectar desvíos generando inspecciones para verificar si se trata de errores de lectura, fraude o de simples disminuciones de consumo por diferentes motivos.

Esos controles sobre la facturación son eficientes para detectar fraudes, pero sólo si un cliente acciona en forma grosera desvirtuando sus consumos, no siendo efectivos si sus registros negativos se mantienen históricamente en forma similar, sin saltos intempestivos.

Si un cliente (o “asesor profesional”) ejecuta el cortocircuitado de la bobina de corriente de un medidor monofásico está probado que, según sea la eficiencia del cortocircuitado y el factor de potencia de la carga, el defecto de registro del medidor será de alrededor del 40 % (variando al variar la curva de carga, o sea, sin saltos intempestivos).

Si no se es “muy ambicioso” este fraude es “muy ventajoso”, por la dificultad en su detección, pero en las mediciones con medidores de inducción, pues la electrónica ha facilitado, con los modernos medidores estáticos, su sencilla e inmediata detección.

Desde ya que la ejecución de todos los fraudes requería de la “complicidad” (por inacción) de las Distribuidora de Energía Eléctrica pues, para ser llevados a cabo debían (si existían) ser retirados los precintos de las contratapas de la caja que alojan a los medidores, los de su tapa de bornes y hasta los de su tapa principal, cuando el cortocircuitado de la bobina de corriente era ejecutado en el interior del medidor.

La solución integral del problema comenzó a llevarse a cabo cuando las Distribuidoras tomaron conciencia de que la solución básica estaba en el correcto y eficiente precintado de las instalaciones y su adecuado seguimiento, lo que tuvo su auge con las privatizaciones.

Es muy difícil eliminar el fraude, pero muy sencillo detectar su realización o intención de ejecutarlo mediante el correcto y adecuado precintado y su seguimiento, utilizando desde precintos con identificación unívoca de quien precinta (pinzas numeradas personalizadas) hasta las modernas tapas transparentes de las cajas que alojan a los medidores no recolocables una vez retiradas (y hasta numeradas), o sea que hacen las veces de verdaderos precintos de toda la instalación.

Lo referido no evita las maniobras dolosas, pero sí permite detectarlas y actuar en consecuencia, recordando que hay un agente (el lector) que periódicamente (en forma mensual o bimensual) “visita” las instalaciones, pudiendo observar e informar la falta o alteración del precintado básico (tapa o contratapa de la caja que aloja al medidor) para que el personal especializado actúe en consecuencia.

Por otra parte, con la incorporación en los Medidores Estáticos se fue avanzando en la detección de la ejecución (o intención de ejecutar) acciones dolosas, pues la electrónica ha permitido incorporar diferentes alarmas (como la de apertura de la tapa de bornes o de la tapa principal del medidor) o mediciones (como la de la cantidad de inversiones de la conexión) las que, complementadas con la lectura automática de los registros de facturación permiten, con el software adecuado, direccionar eficientemente las Inspecciones.

Pero los medidores de inducción dejaron de ser adquiridos sólo en este siglo (aproximadamente desde el 2005), contemporáneamente con la oferta y compra de sólo medidores monofásicos estáticos y no hace mucho que dejaron de ser reinstalados.

Cabe sospechar que, habiendo aún instalados en las Empresas Distribuidoras varios cientos de miles de medidores de inducción (la mayoría desde el siglo pasado), exista la posibilidad de que haya muchos casos de bobina de corriente cortocircuitada no observados, más cuando las tapas de plástico transparentes se colocan no siempre luego de una minuciosa inspección que asegure detectar un cortocircuitado de la bobina de corriente “escondido” fuera (o dentro) del medidor. Pero este tipo de fraude tiene también sus “días contados”, pues la tecnología ha incorporado en los medidores estáticos la forma de detectarlo de inmediato.

Los cortocircuitados ejecutados (interna o externamente) que no se observen mediante inspecciones, podrán ser conocidos a medida que los medidores de inducción sean reemplazados por medidores estáticos con control de la corriente que circula por el neutro y su comparación permanente con la que ve la bobina de corriente.

Esa información, como la de otras “alarmas”, puede ser conocida en forma inmediata, pues queda reflejada en el display en forma tal que los lectores las pueden observar e informar al realizar las lecturas de facturación, pudiéndose actuar en consecuencia.

Lo referido ha sido una pequeña reseña de como han ido evolucionando los fraudes, de como han avanzado los conceptos y acciones de las Empresas para detectarlos (o evitarlos) y de como la tecnología ha colaborado, permitiendo ir haciendo cada vez más dificultoso el accionar de quienes tratan de disminuir los registros en forma dolosa.

Los medidores y las “herramientas” para asegurar poder detectar las acciones fraudulentas (o la simple intención de ejecutarlas) están a su disposición de las Empresas Distribuidoras de Energía Eléctrica. De ellas depende utilizarlas adecuadamente.

(*) Ricardo O. Difrieri

El autor, que fuera Jefe de la Sección Medidores de Segba y Subgerente de Inspecciones y de Mediciones de Grandes Clientes en Edenor, ha participado en el estudio de todas las Normas IRAM en vigencia de Medidores de Energía Eléctrica, Transformadores de Medición y temas afines, habiendo sido autor de varios artículos sobre el tema y Auditor jefe del Plan de Muestreos de Medidores del ENRE (Res. 110/97 – Tercer trienio).

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